21:15 | Autor Iglesia Hogar

Martes 2 de Adviento

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Consuelen a mi pueblo

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ombres y mujeres que por diferentes razones se encuentran lejos sin consuelo. Hombres y mujeres, jóvenes y adultos que se han dejado engañar por la escenografía del mundo y perderse en medio de tanta gente. Muchos los carteles pero pocos los caminos, muchos los anuncios de felicidad, pero pocas las manos que la brindan generosamente sin cobrar un duro precio

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz. Isaías 40, 1-11

Palabras de Dios,

tan humanas,

todas llenas de de ternura.

Nuestro Dios viene a salvarnos... ¿Puede haber cabida para el temor? Florece la hierba, se marchita la flor, pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Esta es nuestra esperanza y nuestra alegría.

-Proclamen que ya ha cumplido su servicio, que su culpa ya está perdonada

Dios está conmovido.

Su corazón no quiere el castigo del pecador, sino sólo su arrepentimiento. Pero ahora todo está perdonado, es la experiencia muy humana de un padre o de una madre que sufre por tener que hacer o permitir un daño a su hijo por su propio bien.

« ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Mateo 18, 12-14

Jesús

hace un retrato del Padre del cielo, y lo pinta como Pastor con un corazón bueno, comprensivo, que va en busca la oveja descarriada y se llena de alegría cuando la encuentra. «No quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».

Retrato

que Jesús ha pintado con su propia vida, él se preocupa de todas las ovejas, de Dios.

Navidad se acerca.

Dios está viniendo.

Pero, ¿qué quiere decirnos Dios? ¿Qué tiene que decirnos tan importante y tan dulce?

Se está preparando la Encarnación de Dios: un Dios que viene a consolar, un Dios que «habla al corazón» del pecador, por su parte no hay nunca ruptura.

La "misericordia" de Dios, es una de sus maravillas, la misericordia es la actitud de Dios ante el pecado del hombre.

Un Dios

que no condena.

que no castiga al descarriado

que va en su búsqueda

que es feliz al encontrarlo

que no se resigna a que ningún hombre ni ninguna mujer se pierdan.

El más "pequeño", el más insignificante en apariencia... ¡es importante a los ojos de Dios!

Como

siempre, la actitud del corazón de Dios nos compromete a hacer nosotros lo mismo. La esperanza no se basa en el hombre, sino en un Dios fiel, que llega lleno de poder y al que acompaña el premio de su victoria.

Éste

es el Dios en el cual nosotros creemos, al cual nosotros esperamos: Un Dios que no defrauda; un Dios que apoya y sostiene al hombre en todo momento; un Dios que acoge y recibe al ser humano necesitado, hoy más que nunca, de alguien que le diga en quién puede esperar.

Adviento

es el tiempo de la esperanza en el que caminamos al encuentro del Pastor que ha venido a Belén para poder amarnos con un corazón como el nuestro, para poder mirarnos con unos ojos como los nuestros, para poder entregarse en la Cruz con un cuerpo como el nuestro. Hay que saber esperar con la seguridad de que siempre estamos siendo buscados por un Pastor que se va a alegrar cuando nos encuentra.

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