16:20 | Autor Iglesia Hogar
Recibimos desde Mar del Plata y Pubicamos, dado que lo planteado es válido para cualquier ciudad de nuestro País.

El árbol que cae y los miles que crecen
por Roberto Benzo (*)

"En el bosque hace más ruido un árbol que cae que los miles que crecen silenciosamente", dice con verdad una frase muy conocida.

El bombardeo de noticias es feroz. Describen hechos espantosos que violentan la condición humana, para los cuales toda repulsa parece ser poca y cuyos responsables deberán ser condenados con todo el rigor de la ley. Sea su responsabilidad por comisión o por omisión.
Sin embargo, en algunos casos parece advertirse una intencionalidad destinada a erosionar una institución cuyas posiciones no acuerdan con las tendencias de algunos poderosos sectores de la sociedad. Y por aquello tan saludable de que ese árbol del título no nos impida ver el bosque y que las situaciones sean evaluadas en el contexto adecuado, es bueno detener nuestra mirada sobre lo que tenemos más cerca y mejor conocemos: la Iglesia Católica en Mar del Plata.


"Servidora, fraterna y misionera"

Es la Iglesia que se enorgullece en las "Noches de la Caridad", que confortan con el pan del alimento y la palabra a quienes viven en la calle, y la del "Hogar de Nazareth", único lugar que tiende sabanas y mantel para las personas que habitan las heladas noches marplatenses, la de las "Marchas de la Esperanza", con los jóvenes llevando su fe por la ciudad, la de los "Hogares de Belén", poniendo esperanza y calor de hogar para los chiquitos abandonados, la del Servicio Sacerdotal de Urgencia, acercando cada noche, sin faltar ninguna, el consuelo a los afligidos, la de la atención dedicada y preferente a los enfermos de sida en las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa, a los discapacitados y olvidados por el mundo en el Pequeño Cottolengo de Don Orione y a los ancianos desvalidos en el Hogar para Enfermos Crónicos de la Gruta de Lourdes, la que tiene su corazón espiritual en el Carmelo de la Villa Marista, la que asiste a las personas en el basural, la cárcel y el hospital, la de las incontables Cáritas al servicio de los hermanos más necesitados, la de los comedores y centros comunitarios ubicados hasta en los últimos rincones de la ciudad, la de los miles y miles de alumnos educados en los valores del Evangelio, la de tantísimos hombres y mujeres anónimos que en cada momento dan testimonio del Evangelio con sus vidas humildes y solidarias, la de los santos y los mártires, los catequistas y misioneros, la cultura y el trabajo, el pensamiento y la palabra, la oración y la acción?

Iglesia particular

En fin, la Iglesia servidora, fraterna y misionera que peregrina en estas tierras desde antes que Mar del Plata fuese Mar del Plata. Allá lejos en el año 1746 con los Padres Jesuitas en la Reducción del Pilar de la Laguna de los Padres, y más de un siglo después, en el nacimiento mismo de la pequeña aldea, cuando se utilizó la cruz de Santa Cecilia para trazar las primeras calles del naciente pueblo. Así cada día hasta el tiempo que hoy nos toca vivir.
¿Cuántas iglesias particulares habrá así en el mundo? Seguramente, con sus matices, una gran mayoría.
No más contemplar un poco más allá, y baste un ejemplo, vemos objetivamente que es la misma Iglesia Católica que desde hace años, con la Cáritas Internationalis, lleva adelante la institución caritativa más importante del mundo entero.
En medio de tantas gracias, hay lugar también para el momento de la prueba.
Que Jesús vivió siempre un amor de predilección por los niños (Mateo 19,13; Marcos 10,13; Lucas 18,15), es para los creyentes verdad revelada. Sólo así se comprenden sus palabras, duras y terminantes, destinadas al que escandalizare a alguno de esos pequeños (Mateo 25,40).


Los Papas han recordado en todo tiempo estas verdades evangélicas a los católicos cualquiera sea el lugar del mundo en que habiten.
El propio mensaje del Papa Juan Pablo II para el tiempo de Cuaresma de 2004 estaba dedicado en su totalidad a los niños y titulado con las propias palabras de Jesús: "El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mi me recibe" (Mateo 18,5).


Esta Iglesia quiere seguir dando testimonio, firme e invariable, de su adhesión plena e incondicional a las enseñanzas evangélicas.
Nuestro pensamiento está puesto en el bienestar y en la paz que deben acompañar permanentemente a cada niño. La defensa de la vida, que sostenemos con unción, comienza desde el mismo momento de la concepción y continúa en todo tiempo hasta el fin natural de la misma. El hogar y la familia son el mejor ámbito para que la vida nazca, crezca y se desarrolle en plenitud.

Sobreabundancia de información

Entonces y ante los hechos de pública notoriedad que nos horrorizan y avergüenzan desde los medios de comunicación queremos expresar que, aún cuando como cristianos depositemos nuestra fe y confianza plena en una Justicia que no es de este mundo, en tanto ciudadanos argentinos comprometidos y en el marco de la Constitución Nacional y las convenciones internacionales, reafirmamos la convicción de que sólo la Justicia puede determinar las responsabilidades legales y, en su caso, condenar a las penas más severas que la ley contemple, a todos los habitantes de nuestra Patria y de cualquier parte del mundo, sea cual fuere la condición que revistan.

"Nada se halla tan oculto que no vaya a ser descubierto, nada escondido que no deba ser conocido", dice el Señor Jesús (Lucas 12,3).

Así y todo nunca estará demás prestar atención a la luz con que nos iluminan algunas palabras: "Pero no hay empacho en poner en el candelero la luz fatua de cualquier perversión, refregada día y noche por la imagen y la información; un embeleso de voyeurismo dónde todo está permitido, donde el goce marketinero de lo morboso parece atrapar los sentidos y los sumerge en la nada. Prohibido pensar y crear. Prohibido el arrojo, el heroísmo y la santidad(?) Curiosamente tenemos más información que nunca y, sin embargo, no sabemos qué pasa. Cercenada, deformada, reinterpretada, la sobreabundante información global empacha el alma con datos e imágenes pero no hay profundidad en el saber. Confunde el realismo con el morbo manipulador, invasivo, para el que nadie está preparado pero que, en la paralizante perplejidad, obtiene réditos de propaganda. Deja imágenes descarnadas, sin esperanza" (Cardenal Jorge Bergoglio, Tedéum del 25 de mayo de 2004).

Porque queremos seguir viviendo los valores fundamentales de la verdad, la libertad, la justicia, la caridad y la paz, quisiéramos hacer llegar a todas las personas de buena voluntad el clamor evangélico que nos anima: "Sólo la Verdad nos hará libres!" (Juan 8,32).

(*): Pastoral Social. Diócesis de Mar del Plata. Pastoralsocial@iglesiamdp.org
15:10 | Autor Iglesia Hogar

Este pasado Domigo se celebró la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales

Oración del Año Sacerdotal

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote,
atiende la súplica de tu Iglesia
necesitada de ministros santos.

Fortalece a quienes has llamado
para servir a tu familia
en el ministerio ordenado:
que renueven la fe y la esperanza
de tu Pueblo
por la predicación fiel de tu Evangelio;
que acrecienten la caridad y la santidad
con la dispensación incesante
de tus sacramentos;
que promuevan la comunión misionera
con su pastoreo y su paternidad.

Ayúdalos a buscar con ardor
la santidad y a servir a todos
con la misma caridad pastoral
de tu Corazón.

Jesús, Buen Pastor,
fortalece a nuestros seminaristas
para que el Espíritu Santo
los siga formando
para ser pastores de tu Pueblo.

Que tu llamado resuene
en el corazón de los jóvenes,
y que la fuerza de tu gracia
madure su libertad
para que, con un sí generoso,
te sigan en la vida sacerdotal.

Ayúdanos a
valorar, cuidar y acompañar
las vocaciones sacerdotales,
sostenidos por la ternura de la Virgen María, Madre de los Sacerdotes.

Acoge, Señor, nuestra oración
e intercede por nosotros ante el Padre,
para que regale a tu Iglesia
santos sacerdotes.

A ti, Jesucristo, la alabanza y la gloria,
por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Cura de Ars,
¡ruega por nosotros!


Fidelidad de Cristo,

fidelidad del sacerdote

Año Sacerdotal 2010