10:05 | Autor Iglesia Hogar





Queridos amigos, les deseamos una ¡MUY FELIZ Y SANTA NAVIDAD!

El Niño Jesús nos colme de amor, paz y alegría para este nuevo año que vendrá.

Un fuerte abrazo.


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11:12 | Autor Iglesia Hogar
Un buey y un burrito en el pesebre.

Enviado por el Padre Fabian Agustin Miranda.



El buey y el asno forman parte de toda representación del
pesebre. Pero, ¿de donde proceden en realidad? Como es sabido, los relatos
navideños del Nuevo Testamento no cuentan nada de ellos. Si tratamos de aclarar
esta pregunta, tropezamos con unos hechos importantes para los usos y
tradiciones navideños.





El buey y el asno no son precisamente productos de la
fantasía piadosa; gracias a la fe de la Iglesia en la unidad del Antiguo y el
Nuevo Testamento, se han convertido en acompañantes del acontecimiento
navideño. De hecho, en Is 1,3 se dice." Conoce el buey a su dueño, y el
asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne".





Los Padres de la Iglesia vieron en esta palabra una
profecía referida al Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia constituida a partir de
los judíos y gentiles. Ante Dios, todos los hombres, judíos y gentiles, eran
como bueyes y asnos, sin razón ni entendimiento. Pero el Niño del pesebre les
ha abierto los ojos, para que ahora reconozcan la voz de su Dueño, la voz de su
Amo.





En las representaciones navideñas medievales sorprende
continuamente cómo a ambos animales se les dan rostros casi humanos: cómo, de
forma consciente y reverente, se ponen de pie y se inclinan ante el misterio
del Niño. Esto era lógico, pues ambos animales eran considerados la cifra
profética tras la que se esconde el misterio de la Iglesia -nuestro misterio,
el de que, ante el Eterno, somos bueyes y asnos-, bueyes y asnos a los que en
la Nochebuena se les abren los ojos, para que en el pesebre reconozcan a su
Señor.





Pero, ¿lo reconocemos realmente? Cuando ponemos en el
pesebre el buey y el asno, debe venirnos a la mente la palabra entera de
Isaías, que no sólo es buena nueva -promesa de conocimiento verdadero-, sino
también juicio sobre la presente ceguera. El buey y el asno conocen, pero
"Israel no conoce, mi pueblo no discierne".





¿Quién es hoy el buey y el asno, quien es "mi
pueblo", que no discierne? ¿En qué se conoce el buey y el asno, en qué a
mi pueblo? ¿Por qué, de hecho, sucede que la irracionalidad conoce y la razón
está ciega?





Para encontrar una respuesta, debemos regresar una vez más
a la primera Navidad. ¿Quién no conoció? ¿Quién conoció?¿Por qué fue así?





Quien no conoció fue Herodes: no solo no entendió nada,
cuando le hablaron del niño, sino que sólo quedó cegado todavía más
profundamente por su ambición de poder y la manía persecutoria que le
acompañaba (Mt 2,3). Quien no conoció fue, "con él, toda Jerusalén".
Quienes no conocieron fueron los hombres elegantemente vestidos, la gente
refinada (Mt 11,8). Quienes no conocieron fueron los señores instruidos, los
expertos bíblicos, los especialistas de la exégesis escriturística, que desde
luego conocían perfectamente el pasaje bíblico correcto, pero, pese a todo, no
comprendieron nada (Mt 2,6).





Quienes conocieron fueron -comparados con estas personas
de renombre-"bueyes y asnos": los pastores, los magos, María y José.
¿Podía ser de otro modo? En el portal, donde está el niño Jesús, no se
encuentran a gusto las gentes refinadas, sino el buey y el asno.





Ahora bien, ¿qué hay de nosotros?





De esta manera el rostro del buey y el asno nos miran esta
noche y nos hacen una pregunta: Mi pueblo no entiende, ¿comprendes tú la voz
del señor? Cuando ponemos las familiares figuras en el nacimiento, debiéramos
pedir a Dios que dé a nuestro corazón la sencillez que en el niño descubre al
Señor. Entonces podría sucedernos también
lo que a los pastores de la primera Nochebuena (Lc 2,20): todos volvieron a casa llenos de alegría.


La Bendicion de la Navidad.
Joseph Ratzinger
Benedicto XVI.

19:06 | Autor Iglesia Hogar

Cuarto domingo de adviento: La presencia de Dios en nuestra familia.
+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

+ Se encienden las tres velas de los domingos anteriores.

+ Se lee el Evangelio según San Mateo 7, 24-25:

“Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en practica puede compararse aun hombre sensato que edifico su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa pero esta no se derrumbo porque estaba construida sobre roca.”

+ Vela: Encender cuarta y última vela del Adviento.

+ Propósito:
Cada uno de los miembros de la familia pensara cuál será su propósito para la semana y se comprometerá a cumplirlo.

+ Oración:
Padre, que nos has dado una familia en la cuál queremos conocerte y amarte, ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te pedimos que en esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros corazones y sentir que vives en nuestro hogar y en nuestras familias. Amén.

+ Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de las manos para rezar juntos un Padre nuestro.
22:35 | Autor Iglesia Hogar

Parroquia San José - Balcarce
20 de diciembre de 2009
11:54 | Autor Iglesia Hogar


El regocijo y el gozo eran la fuerza de Nuestra Señora. Fue su hijo

quien hizo de ella la presurosa sirvienta de Dios, porque desde que entró

en ella «se fue a toda prisa». Solamente el gozo podía darle la fuerza para

marchar a toda prisa más allá de las colinas de Judea y convertirse en la

servidora de su prima. Esto sirve igualmente para nosotras; igual que ella

debemos ser las sirvientas del Señor y cada día, después de la santa

comunión, apresurarnos para ir más allá de las dificultades que nos

encontremos al ofrecer con todo nuestro corazón nuestro servicio a los

pobres. Dar Jesús a los pobres en tanto que sirvientas del Señor.

El gozo es la oración, el gozo es la fuerza, el gozo es el amor, es

una red de amor gracias a la cual podréis alcanzar a las almas. «Al que da

de buena gana lo ama Dios» (2C 9,7). El que da gozosamente, da más. Si en

el trabajo encontráis dificultades y las aceptáis con gozo, con una amplia

sonrisa, en esto, como en muchas otras cosas, daréis prueba de que vuestras

obras son buenas y el Padre será glorificado en ellas. La mejor manera de

mostrar vuestro agradecimiento a Dios y a los hombres es aceptándolo todo

con gozo. Un corazón gozoso proviene de un corazón que arde en amor.

Beata Teresa de Calcuta



2:44 | Autor Iglesia Hogar

CIUDAD DEL VATICANO, sábado19 de diciembre de 2009 Benedicto XVI autorizó este sábado la publicación de los decretos que reconocen las virtudes heroicas de los Papas Juan Pablo II y Pío XII, que de este modo pasan a ser reconocidos como "venerables" por la Iglesia.

Se trata del primer paso importante del proceso romano para la causa de beatificación de los dos pontífices. Para que puedan ser elevados a la gloria de los altares se necesitará el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión tras su muerte por una comisión científica, una comisión teológica, una comisión de cardenales y obispos y, por último, por el mismo Papa.

Para ser declarados santos se requerirá el reconocimiento de otro milagro atribuido a su intercesión. Pío XII (Eugenio Pacelli), nacido en Roma en 1876, fue obispo de Roma entre 1939 y 1958, año en que falleció en Castel Gandolfo, la residencia de los papas cercana a la Ciudad Eterna. Guió el timón de la barca de Pedro en las difíciles tormentas de la segunda guerra mundial, desplegando una importante obra de ayuda a los perseguidos, incluidos los judíos.

Por su parte Juan Pablo II (Karol Wojtyla), nacido en1920 en Wadowice (Polonia), fue elegido Papa en octubre de 1978 y falleció el 2 de abril de 2005 acompañado por cientos de miles de personas congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano. Los historiadores del siglo XX le atribuyen un papel decisivo en la caída del comunismo y los historiadores de la Iglesia ven en su pontificado un impulso decisivo a la aplicación del Concilio Vaticano II.

Los decretos fueron autorizados por Benedicto XVI en la audiencia que concedió al arzobispo Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Este proceso fue explicado por el mismo Papa Joseph Ratzinger al recibir en audiencia a los superiores, oficiales, y colaboradores de la Congregación para las Causas de los Santos con motivo del cuadragésimo aniversario de la institución de este organismo vaticano.
ZENIT