11:54 | Autor Iglesia Hogar


El regocijo y el gozo eran la fuerza de Nuestra Señora. Fue su hijo

quien hizo de ella la presurosa sirvienta de Dios, porque desde que entró

en ella «se fue a toda prisa». Solamente el gozo podía darle la fuerza para

marchar a toda prisa más allá de las colinas de Judea y convertirse en la

servidora de su prima. Esto sirve igualmente para nosotras; igual que ella

debemos ser las sirvientas del Señor y cada día, después de la santa

comunión, apresurarnos para ir más allá de las dificultades que nos

encontremos al ofrecer con todo nuestro corazón nuestro servicio a los

pobres. Dar Jesús a los pobres en tanto que sirvientas del Señor.

El gozo es la oración, el gozo es la fuerza, el gozo es el amor, es

una red de amor gracias a la cual podréis alcanzar a las almas. «Al que da

de buena gana lo ama Dios» (2C 9,7). El que da gozosamente, da más. Si en

el trabajo encontráis dificultades y las aceptáis con gozo, con una amplia

sonrisa, en esto, como en muchas otras cosas, daréis prueba de que vuestras

obras son buenas y el Padre será glorificado en ellas. La mejor manera de

mostrar vuestro agradecimiento a Dios y a los hombres es aceptándolo todo

con gozo. Un corazón gozoso proviene de un corazón que arde en amor.

Beata Teresa de Calcuta



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